
ALFONSO PEÑA
Las composiciones sobre telas, instalaciones con maniquíes, arte objetual, collages y los poemas visuales, son los diálogos (entretejidos) que Amirah Gazel sostiene con sus congéneres y los espectadores de sus propuestas visuales.
Su puesta en escena está configurada de un lenguaje simbólico y musical, donde la abstracción, los signos geométricos y ciertas grafías figurativas, recorren y conforman una realidad sorprendente y magnética.
Ramificaciones imperantes se desbordan por la tela en blanco y forman cavidades, semicírculos, óvalos, líneas, entrelíneas, canales, soles acústicos, lunas desvaídas, brocados, grietas lumínicas, orejas vibrátiles, corazones púrpuras.
El grafito ondulante es deslizado por entre volúmenes como una insinuación de rasgos emocionales y anímicos. En su proyecto percibimos y vislumbramos seres de otras dimensiones, gemas alucinantes, carbunclos que se desdoblan en microrganismos sepias y llenos de misterio. No escasean los elementos poéticos, las frases colindantes, las vocales danzantes.
La vasta iconografía de Gazel y su exquisita abstracción ha descollado en numerosos escenarios europeos, norteamericanos y latinoamericanos, también en importantes contextos y sus creaciones están representadas en libros de artista, catálogos impresos y digitales, cubiertas de libros, poemarios y revistas de arte actual.
Su serie: Metrópolis del inconsciente, –en medianos y grandes formatos– es una clara combinación de trayectos y vivencias interiores, con autonomía y una sutil intención de salvaguardar su propia memoria, como un diapasón ecléctico y plural, y que a cada brochazo, a cada cabriola del inconsciente queda personificado su aleación entre pintura y psicoanálisis.
Amirah Gazel, es una figura capital y vigente dentro de la “saga surrealista” del siglo XXI; acotamos que ha organizado diversos eventos en Ámsterdam, Bruselas en sinergia con Praga, y en marzo de 2016, inauguró la expo surrealista internacional Las llaves del deseo, Museo Municipal de Cartago en Costa Rica.