Retrato de Eros Costantini. Foto: Gaetano ANDREONI
Retrato de Eros Costantini. Foto: Gaetano ANDREONI
Eros Costantini, crítico de arte y poeta italiano.
Septiembre 2009, Italia.
El cautivador trabajo de Amirah Gazel roza las cuerdas del ánimo de aquel que mirando las telas, reconoce en las obras que observa, la propia capacidad de imaginar, de quién deseé acompañar a la artista en el laberinto del eterno llegar a ser, para romper el trágico juego del tiempo.
La exploración de otra pintura, del sueño que se abre en espacios de gran autonomía expresiva, en la pureza absoluta de las formas. El cumplimiento de un destino que es el estigma del ser. El destino no está del todo trazado, pero su final es fatal.
En el impulso final vamos hacia lo desconocido, pero vamos hacia algún lugar, mientras que en la evasión no aspiramos otra cosa que a salir.
La pintura de Amirah Gazel es una evasión. La evasión es la necesidad de salir de su propio ser, de romper con el arraigo más imperdonable, el hecho de que el yo se vuelve si mismo.
La visión frontal, el estilo que oscila entre constructivismo y metafísica, con formas figurativas, primitivas y a veces inocentes, conservan siempre su inconfundible distintivo trazo, que la legitimiza a pleno título como una artista muy interesante de la era contemporánea.
« Cio che mi vado rassomigliando » (« Yo que me voy asemejando »), es una tela cargada de amarillos singulares dominantes, de lilas y violetas, de verdes campestres, de un arco en el cual se ve una carrera de nubes que buscan liberarse, alejarse de la negra figura del pasado para descarrilarse de las vías de un largo viaje sentimental.
La majestuosidad del « Paesaggio Adriatico » (« Paisaje Adriático ») y « Momento di riflessione dopo un giorno di festa » (« Momento de reflexión después de un día de fiesta »), son unos de sus temas predilectos, ya que son el punto de una reelaboración intensa. Son su interpretación del mundo y al mismo tiempo, revelan la relación de ella con el exterior.
Cada obra de Amirah Gazel se ofrece en forma de lenguaje, donde los colores circulan en una libertad armónica e indagadora. La artista transmite de tal modo mensajes complejos, en los cuales se produce un inventario mágico de significados. El fantasma interior que se agita en esta búsqueda, rehace un fragmento de realidad, suscitada y remodelada para una espera a venir, en la cual el elemento tiene figurativamente una función determinante.
Y en « Paesaggio con piramide » (« Paisaje con pirámide »), el espacio de la tela sondea los eventos del alma vagabunda, el placer de echar un ojo en la « melancolía », es como escribe Emmanuel Levinas : « El despojo del malestar ».
« La percezione di un lampo al risveglio » (« La percepción de un relámpago al despertar »), es la soledad del día, revelada por la noche anterior. Como la sensación que se provee, cuando los sueños reemplazan al sueño. Las visiones, los fantasmas, los mismos sueños que no son nada más que la ilusión de esa vacía noche. Escribe Maurice Blanchot : « lo que aparece en la noche es la noche que aparece y la ajenidad no viene solamente de algo invisible que se deja ver al amparo de las tinieblas », lo invisible sería entonces lo que no se puede cesar de ver.
« La ragazza che fugge » (« La chica que escapa »), reflexiona a las consecuencias del Amor, a el precio de la libertad, a los excesos de la pasión. Robert Desnos nos dice : « el Amor es un privilegio de pocos, dispuestos a correr todo tipo de aventura y a arriesgar lo poco de vida concedida al común de los mortales , con la esperanza de encontrar al final, al adversario con quien poder caminar hombro a hombro, siempre a la defensiva, y a pesar de si mismo, en total abandono ».
Pero el Amor no se consume entre las relaciones que transcurren entre los humanos, se encuentra y vive en el entusiasmo de la libertad por perseguir aquel ideal, aquel sueño que habita el espacio de la artista.
Observada en el conjunto, la obra de Amirah Gazel encierra astillas de un espejo, esquirlas que reflejan diversas imágenes de una sola realidad, convirtiéndose en otra, mutándose a través la singular tensión generada por los diferentes temas, que hacen alejarse la inalcanzable meta.
Figuras estáticas que escapan, lentamente, con ansia o sin preocupación, con el rostro rosado, rosado o tal vez negro, te miran, van de derecha a izquierda, en alto, hacia abajo, en todas las direcciones posibles, como las nubes. Máscaras, maniquíes, mesas, ladrillos, cielos y más nubes, fases lunares y sueños azules, labios rojos, mosaicos encantados, muros, ventanas sin vidrios, esos sueños detrás del arco de la iglesia y más óvalos esta vez no en hueso, collages de mensajes no enviados, mujer, un pájaro negro, bosques, una mirada a la búsqueda de una flor.
El mundo entero se desenrolla ante sus ojos y a lo lejos un corazón de nubes, una pareja de amantes, cabellos rubios al viento, una espalda dorada, que del otro lado tiene un rostro que la artista ignora.